The Equalizer
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«On every street in every city, there’s a nobody who dreams of being a somebody.» – Taxi Driver (1976)
Citando la película de Scorsese, nos adentramos a la aclamada inaugural del Festival que habla de alguien que no sabemos exactamente quién es o quién fue, pero que sueña exactamente con lo contrario: ser nadie.
La película de Antoine Fuqua con la que se abría la gala oficial del 62 Festival de Cine de San Sebastián trajo a nada más y nada menos que Denzel Washington a la ciudad para recibir su Premio Donostia y presenciar su proyección en el Kursaal.
Empezando con una cita de Mark Twain que alega que los dos días más importantes de tu vida son el día que naciste y el día en el que descubres para qué, promete un film de inmersión en el personaje y conocer el por qué de su existencia, que no se acaba cerrando al final. ¿En qué momento, por ahí en la mitad de la película, el personaje cambia de objetivo y por qué? Si el fin justifica los medios, no tiene sentido que el fin desaparezca… y que vuelva a aparecer al final.
«¿Quién eres? ¿Qué es lo que ves cuando me miras a los ojos?»
El personaje de Denzel, Robert, actúa como un coach que anima a las personas a seguir sus sueños, a creer en ellos mismos, con «mente, cuerpo y espíritu», cuando en realidad son palabras de motivación que parecen ser enviadas a si mismo. Esta lucha en contra de su verdadero ser y el que quiere ser, se ve plasmado en un thriller que se sumerge en un too much de efectos visuales, de ruidos, de violencia, que quizás es una forma equivocada de decir que Denzel sigue siendo joven y activo, o que la producción de la película contaba con un buen equipo. Pero es una película, no una pasarela. Y menos es más, también.
Valió la pena verla por la actuación de Marton Csokas, y lo bien que se ve compartiendo pantalla con Denzel; la espectacular iluminación y dirección de fotografía (menos cuando hay demasiado) y la semejanza que me evocó el bar de encuentro de los personajes con el Nighthawks de Hopper: si los noctámbulos de Edward hablaran, quizás la conversación se parecería un poco a la de Bob y Teri.
The Equalizer es para verla si quieres que un exceso de violencia te obligue a forzar tus ojos para no cerrarlos, si te gustan las historias de héroes, mafias y muerte, o quieres pasar casi dos horas de tensión y -todo hay que decirlo- buen entretenimiento. No esperes más, porque mucha profundidad no hubiera habido en Taxi Driver si Travis se hubiese olvidado de Iris, y solo le hubiese importado exterminar algo que, aunque consigas «la cabeza de la serpiente», nunca va a terminar, ¿o no?
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