Cuestión de tiempo
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¿Qué cambiarías si tuvieras la oportunidad de ir atrás en el tiempo?
Esta pregunta le cambia la vida a Tim (Domhnall Gleeson), pelirrojo de 21 que recibe como regalo de cumpleaños la extraña noticia de que todos los hombres en su familia han tenido la capacidad de viajar atrás en el tiempo, incluido él.
Más allá de guiarse por la ambición del dinero, Tim decide invertir todas sus energías en que funcione algo en lo que nunca había tenido mucha suerte: el amor. Con algún intento fallido conoce a quien podría ser “la chica”, Mary (una Rachel McAdams quizás un poco estereotipada), con la que intenta aprender de qué va la vida y cómo sacar lo máximo de ella con su nuevo don de transportarse en el tiempo.
Esta comedia romántica ganó el Premio al Público en el Festival de San Sebastián, compitiendo con la potente Gravity, de Alfonso Cuarón. Resulta atractiva no sólo por su director y argumento sino por ese toque comercial fruto del reparto que hace que Cuestión de Tiempo se venda en las marquesinas como una película de amor similar a El Diario de Noa (2004). Pero más allá de una historia de amor (ya sea de pareja o familiar) lo cierto es que resulta una historia sobre la vida, la enseñanza y las distintas formas con las que uno puede afrontar los problemas.
Comparándolo con otros guiones de Curtis como Notting Hill, se podría decir que Cuestión de Tiempo ahonda en temas profundos inherentes del ser humano, que podrán captar al espectador receptivo que desee aprender de ellos, sin resultar tan empalagoso (aunque tenga sus dosis edulcoradas) que otros trabajos anteriores: todos nos podemos ver reflejados en el personaje de Tim, a pesar de que en el filme ocurran cosas que “sólo ocurrirían en las películas”, típico de Richard Curtis.
Existe un mensaje bello debajo del argumento que dice con otras fórmulas, que aunque pudieras echar el tiempo para atrás, nada vale más que vivir tu día como si ya lo hubieses vivido más veces – aprovechando al máximo cada oportunidad. Da un paso más al Carpe Diem de “vive tu día como si fuese el último” para darnos otra alternativa a este oportunismo extremo, preguntándonos “Cómo reaccionarías a la misma tormenta si ya la has vivido varias veces y te has dado cuenta que con mala cara y quejándote no harías que deje de llover?”
A pesar de que sea un argumento que ya hemos visto en El Día de la Marmota (1993), Curtis lo trata de una forma más fresca y enfocándolo hacia el amor paternal, que tiene más peso ya que no es el típico “chico conoce chica” que siempre encontramos en las grandes pantallas. Ojala que no sea la última de Curtis como dicen, porque va por muy buen camino.
Si no eres muy amante de las comedias románticas, Cuestión de Tiempo podría engancharte por la excelente banda sonora y las actuaciones de un reparto inteligentemente seleccionado, en especial Bill Nighy.