Espejito, espejito, ¿Cuál es el Arte más Bello de Todos?
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Los espejos son mágicos, siempre hay cierta verdad y cierta mentira en su reflejo. ¿Qué pasaría si en los espejos sólo se reflejara aquello que uno quiere? ¿Son realmente una mirada objetiva de la realidad?
En las últimas semanas hemos estado en contacto con artistas que han utilizado los espejos como forma de expresar su creatividad. Relacionamos artistas contemporáneos con sus respectivas alusiones al pasado, creando una entrada llena de surrealismo, reflejos y magia. ¡¿Estás preparad@?!
En esta fotografía vemos al artista Paulo J. Futre reflejado en su obra: este joven de 23 años – influenciado por filósofos como Jean Baudrillard y el concepto de la hiperrealidad, entre otros – nos muestra en su arte la “ruptura de la cuarta barrera” en la que el espectador y la obra se fusionanen el momento en el que forman parte la misma realidad paralela. Expuso sus liquid mirror paintings (“pintura de espejo líquido”, como él los denomina) en la cuarta edición de la exposición JustMadrid, y siendo el artista más joven consiguió la mayor cantidad de ventas de todo el evento. Juega con una aleación de plata y otros materiales para crear un efecto único y exclusivo, ¡ya que sólo él sabe los ingredientes de esta mezcla!
Aparte de los espejos decorativos, este artista ha realizado un conjunto de fotografías que podemos disfrutar en su portfolio, cuyos protagonistas son los mismos: los espejos. “La gente piensa que están hechas por Photoshop” dice el artista, y la verdad es que el efecto que consigue es muy potente – casi irreal. Esta sesión de fotos nos recuerda a los cuadros del surrealista René Magritte, en el que cuestiona la barrera de la ficción y la realidad, tal y como hace Futre.
Ya en el pasado otras figuras importantes en la historia del arte español como Diego Velázquez habían contado sus historias por medio de la pintura… ¡a través de espejos! Aquí podemos ver un detalle de su cuadro Las Meninas, en cuyo espejo se ven retratados los reyes Felipe IV y Mariana de Austria.
Pero podríamos irnos más lejos: tres siglos antes que Velázquez, en 1434, otro pintor llamado Jan Van Eyck retrataba a raíz de una pareja, un espejo en el final de la habitación que se llevaba todas las miradas. Se trata de la pintura El Matrimonio Arnolfini:
Vale la pena pararse a observar el efecto envolvente que se produce en el reflejo, y como este capta todo lo que ocurre en la habitación, ¿incluyendo al pintor?
Tratando espacios luminosos y reflectantes, y regresando al siglo XXI, llegamos al miamense Alexandre Mijares, que conocimos a través de Instagram. Su arte se caracteriza por ser llamativo, colorido y alegre: las características por las cuales nos atrevemos a decir que parece un “Romero Britto graffitero”. Su arte más atractivo para nosotros consiste en unas guitarras hechas de acero y posteriormente pintadas. Hay partes desnudas que dejan ver el material del que están hechas, dándole un toque especial a estas piezas.
El acero ha sido para Mijares un fiel compañero y con él ha conseguido otras increíbles figuras como la obra Ballerina. Es interesante comparar cómo con el mismo material se consiguen resultados tan distintos, pero iguales en su esencia:
El juego de la luz y su reflejo en los espejos crea una mística en el ambiente, difícil de imitar con otras técnicas (como en la obra de Jeppe Hein del principio). Rob Mulholland, escultor escocés, trabaja en espacios públicos a la vez que en medios naturales. Es por esto por lo que resultan muy mágicas todas sus obras, con mucho peso visual en este caso al ser siluetas de personas que son fácilmente reconocibles por el ojo humano.
Para terminar, pasamos a un trabajo del artista Jonathan Harker, radicado en Panamá. Llevando el concepto de espejo un paso más allá, creó una obra conceptual llamada “Espejos que reflejan la mirada del otro” en el 2008. Se trata de una obra interactiva en la que dos personas se deben posicionar una en frente de la otra. El espejo que refleja la mirada del otro estará entre ambos de tal forma que se refleje la cara de cada individuo, menos su mirada.
Harker toca temas existenciales como el individualismo de una forma lúdica y sencilla, que viene acompañada de unas instrucciones muy fáciles de seguir 
